Mitología Cantábrica



La mitología autóctona de Cantabria, desde sus orígenes más remotos y con el paso del tiempo, se ha ido entroncado con los mitos celtas y romanos, emparentándose en parte con leyendas y tradiciones del resto de la Cornisa Cantábrica. En la mayoría de los casos su significado más profundo, trasmitido de padres a hijos a través de la tradición oral, ha quedado diluido bien porque este se ha ido perdiendo, bien porque los escritores clásicos nos la han trasmitido cercenadamente al no recoger toda la riqueza y mentalidad popular, fijándose únicamente en los cultos y divinidades que guardaban semejanza con los suyos. Por otro lado la romanización en un primer momento y la incursión del cristianismo posteriormente han ido transformando el sentido y representación de estos ritos paganos, alcanzándose en muchos casos un sincretismo religioso.

Personajes mitológicos

Hadas y Brujas: Anjana - Hechiceras de Valderredible - Mozas del Agua - Viejuca de Vispieres - Brujas - Brujas de Ongayo.
Monstruos y Seres Malignos: Ojáncanu - Ojáncana - Culebre - Guajona - Juáncana de Siete Villas - Mengles - Cuegle.
Duendes y Seres Traviesos: Trenti - Trasgu - Tentirujo - Duende de los Extravíos - Cuines - Trastolillo - Ijanas de Aras.
Genios y Otros Seres: Ventolines - Nuberos - Caballucos del Diablo - Enanucos Bigaristas - Musgosu - Pécu - Arquetu - Pájaro de ojos marillos.
Leyendas: Osa de Andara - Hombre Pez - Sirenuca - Reina Mora - Moras de Rionansa - Ramidreju - Sierpe de Peñacastillo.


Fechas y momentos significativos

Como ocurre en otros pueblos en Cantabria existen fechas que han sido propicias desde antiguo para los rituales y las leyendas. Días cargados de ocultas y antiguas significaciones. Así, por San Juan, en el solsticio de verano, la noche es mágica. Dice la tradición en sus diferentes variantes que los Caballucos del Diablo y las brujas carecen de poderes tras el ocaso y se apoderan de él los curanderos; las plantas como el trébol de cuatro hojas, la flor del saúco, las hojas del sauce, enebro o brezo entre otras curan y dan felicidad si se recogen en esa madrugada. En torno a la Navidad (solsticio de invierno) se realizaban ceremonias rituales, vestigios de antiguos cultos al árbol, el fuego y el agua. En esas fechas se adornaban los manantiales y balcones con flores y se bailaba y saltaba sobre el fuego.

Destacan también momentos del día como el ocaso. En Cantabria se hablaba de El Sol de los Muertos refiriéndose al último sol de la tarde que enviaban los difuntos. Este se creía que marcaba el momento en que los muertos regresan a la vida y diversos autores lo han asociado con reminiscencias del culto solar.


Todos estos seres y leyendas son prueba de la mentalidad mística de una época que respondió a la necesidad de los cántabros de expresar sus miedos a internarse en un bello entorno natural, pero a la vez abrupto, hostil y peligroso. A la búsqueda de respuestas que les diesen convencimiento y la conjugación de los poderes para su seguridad.
Aún todavía quedan cántabros en cuyos corazones las Anjanas no han sido sustituidas por santos y vírgenes, pues la siguen atribuyendo ciertas buenaventuras a esta hada buena de La Montaña, y aún se sigue amedrentando a los niños con el Ojáncano. Pero este mundo de significaciones y de valores se ha ido diluyendo poco a poco con la modernidad y el paso de los tiempos, apareciendo nuevos mitos urbanos y olvidándose los antiguos.

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