La Trampa del Ateo

Un ateo estaba paseando por un bosque, admirando todo lo que aquel 'accidente de la evolución había creado',
"Pero que arboles mas majestuosos! Que poderosos ríos! Que belleza de animales! Y todo esto ha sucedido por casualidad, sin ninguna interferencia de nadie! Solo las personas débiles e ignorantes, por miedo a no conseguir explicar sus propias vidas y el universo, tienen la necesidad de atribuir a una entidad superior toda esta maravilla!"
Cuando caminaba a lo largo del rió, oyó un ruido en los arbustos que dejaba atrás. Se dio vuelta para mirar, y vio a un corpulento oso, de dos metros de altura que avanzaba hacia el. Sin pensarlo dos veces, echó a correr tan rápidamente como pudo, pero a medida que iba perdiendo el aliento, el oso se aproximaba cada vez mas. Intentó aumentar su velocidad pero le fue imposible, y termino tropezando y cayendo.
Rodó por el suelo e intentó levantarse, pero el oso ya estaba encima de el, sujetando su cuerpo con las garras afiladas: Era el final de su vida.
Fue entonces, que en ese preciso momento en que no tenia ya nada mas para perder, el ateo gritó al cielo "Dios mio!"
Y un milagro aconteció inmediatamente: el tiempo se detuvo, el oso se quedó sin reacción, el bosque se sumergió en silencio y hasta el río cesó de fluir. Poco a poco el ambiente comenzó a iluminarse y se escuchó una voz generosa que decía : "Que es lo que quieres? Negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que yo no existía, y redujiste la Creación a un accidente cósmico consideraste que el mundo era una combinación de azar y necesidad, que las teorías científicas bastaban para explicarlo todo y que la religión era solamente una manera de engañar al pueblo, ¿Y ahora que estas en un apuro recurres a mi? Si yo te ayudo, ¿cambiarías la idea?"
El ateo respondió mirando confuso hacia la luz que lo envolvía todo: "Seria hipócrita por mi parte cambiar de idea solo porque estoy apunto de morir. Durante toda mi vida enseñé que no existías, y debo ser fiel a mis convicciones hasta el final"
Y Dios preguntó: "Entonces que esperas que haga?" . El ateo reflexionó un poco sabiendo que aquella discusión no podría durar para siempre. Finalmente dijo: "Yo no puedo cambiar, pero el oso si, por lo tanto, os pido que transforméis a este animal asesino, en un animal cristiano"
"Así lo haré" le dijo Dios, y en ese instante la luz desapareció, los pájaros, del bosque volvieron a cantar y el rió volvió a correr. El oso salió de encima del hombre, hizo una pausa, bajo la cabeza, y dijo compenetrado: "Señor quiero agradecer tu generosidad por este alimento que voy a comer".

Fuente: Titulo Un oso agradecido- Paulo Coelho (Revista Viva- Clarin)(publicado el 08/01/2012)
Fuente de la Imagen: siempre.com.mx

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