El Golem (El gigante de Once que salva vidas)




El gigante de Once que salva vidas
Según cuenta una historia de larga data, por las calles de Once (Barrio de la ciudad de Bs. As. Argentina) vaga un personaje de casi tres metros de altura que cuida a los habitantes del barrio. Este gigante "bonachón" ha salvado a víctimas de choques y ha espantado a más de un malhechor, o al menos esto es lo que narran los vecinos de Balvanera que confían en su presencia protectora.
Algunos afirman que este ser es el mismísimo Golem, Si bien la historia oficial habla de un solo Golem, otros afirman que Bezabel creó trece de estos humanoides de arcilla y que uno de ellos llegó a Buenos Aires, de la mano de un rabino, con los inmigrantes judíos. De allí en más, la historia se bifurca en varias versiones: algunos cuentan que antes de morir el rabino encerró al gigante en una habitación a la que nadie puede entrar, que estaría en el anexo de un hospital, en Caballito. Otros creen que vive en un callejón oculto, que podría ser el pasaje Colombo o el Victoria. De una u otra forma, hay vecinos que aseguran que el gigante le salvó la vida a más de uno. (Diario Clarin)

¿que es un golem?

Un golem es, en el folclore medieval y la mitología judía, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada. En hebreo moderno, la palabra «golem» significa «tonto» o incluso «estúpido». El nombre parece derivar de la palabra gelem, que significa «materia en bruto». Scholem, en su obra "La Cábala y su Simbolismo", escribe que el Golem es una figura que cada treinta y tres años aparece en la ventana de un cuarto sin acceso en el gueto de Praga. La palabra golem también se usa en la Biblia (Salmos 139:16) y en la literatura talmúdica para referirse a una sustancia embriónica o incompleta. Similarmente, los golems se usan primordialmente en la actualidad en metáforas, bien como seres descerebrados o como entidades al servicio del hombre bajo condiciones controladas pero enemigos de éste en otras. De forma parecida, es un insulto coloquial en yidis, sinónimo de patoso o retrasado.

Historia


Las primeras historias sobre golems se remontan al principio del judaísmo. Los golems fueron creados por personas creyentes y cercanas a Dios. Como Adán, el golem es creado a partir del barro, insuflándole después una chispa divina que le da la vida, de manera que la creación de Adán es descrita en un principio como la creación de un golem. Desde este punto de vista, algunas personas con un cierto grado de santidad y acercamiento a Dios podrían adquirir algo de su sabíduría y poder. Uno de esos poderes sería el de la creación de vida. Sin embargo, no importa qué grado de santidad tuviera una persona, el ser que creara sería solamente una sombra del creado por Dios, ya que, entre otras cosas, el golem carece de alma.
La incapacidad principal del golem era la incapacidad de hablar. Tener un golem era visto como el símbolo final de la sabiduría y la santidad, y hay muchos relatos de golems conectados con rabinos ilustres durante toda la Edad Media. Otros atributos del golem fueron añadidos gradualmente con el tiempo. En muchas historias el Golem lleva grabadas palabras mágicas o religiosas que le dan vida y lo mantienen animado. Grabando los Nombres de Dios en su frente, (o en una tablilla de arcilla bajo su lengua), o bien la palabra Emet ('verdad' en lengua hebrea) en su frente son algunos ejemplos frecuentes. Al borrar la primera letra de 'Emet' para formar 'Met' ('muerte' en hebreo) el golem podía ser destruido o desactivado, quedando solamente su cuerpo de barro inerte. El relato más famoso relativo a un golem involucra a Rabbi Judah Loew, el Maharal de Praga, un rabino de siglo XVI. Se le atribuye haber creado un golem para defender el gueto de Praga de Josefov de los ataques antisemitas, así como para atender el mantenimiento de la sinagoga. La historia del Golem aparecía en la letra en 1847 en una colección de relatos judíos, publicado por Wolf Pascheles de Praga. Aproximadamente sesenta años después, una descripción ficticia fue publicada por Yudl Rosenberg (1909). De acuerdo con la leyenda, el Golem podía estar hecho de la arcilla de la orilla del río Vltava (río Moldava) en Praga. Tras realizar los rituales prescritos, el Rabbi desarrolló el Golem y lo hizo venir a la vida recitando los conjuros especiales en hebreo. Cuando el Golem de Rabbi Loew creció más, también se puso más violento y empezó a matar a las personas y difundir el miedo. Al Rabino Loew le prometieron que la violencia en contra de los judíos pararía si el Golem era destruido. El Rabbi estuvo de acuerdo. Para destruir el Golem, eliminó la primera letra de la palabra "Emet" de la frente del golem para formar la palabra hebrea que representaba la muerte. (De acuerdo con la leyenda, los restos del Golem de Praga están guardados en un ataúd en el ático del Altneuschul en Praga, y puede ser devuelto a la vida de nuevo si es necesario.) La existencia de un golem es a veces algo con pros y contras. Los Golems no son inteligentes - si se les ordena llevar a cabo una tarea, tardarán y las instrucciones las ejecutarán literalmente. A este respecto, es famosa una anécdota, según la cual la mujer del rabino le pidió al golem que fuera "al río a sacar agua" a lo que el golem accedió de la manera más literal posible; fue al río, y comenzó a sacar agua del mismo hasta que inundó la ciudad. A finales del s. XIX, el grueso de la sociedad europea adoptó la figura del golem. Notoria es la novela de Gustav Meyrink, El Golem, de 1915, basada en los relatos sobre el golem creado por el Rabino Judah Low ben Bezalel. Este libro inspiró una serie de clásicos expresionistas del cine mudo, entre los que destaca la serie El Golem, de la que es especialmente famosa "El Golem: cómo vino al mundo" (también estrenada como "El Golem", 1920, EE.UU. 1921). Otro famoso tratado de la misma época es "EL Golem", "poema dramático en ocho secciones" en yidis de H.Leivick, 1921. Estas historias atestiguaron un cambio dramático del golem, por ello el golem pasa a convertirse en la creación de místicos ambiciosos que inevitablemente serían castigados por su blasfemia, muy similares al Frankenstein de Mary Shelley y al homúnculo alquímico. Algunos han considerado al golem como precursor de los androides. En el año 2005 la historia del golem regresó a sus raíces judías en una nueva tira cómica del periódico israelí Yedioth Ahronoth que lo presentaba como un superhéroe patrocinado por el gobierno que protege a Israel de sus problemas internos y existenciales.

El poema de Jorge Luis Borges "El Golem"

El escritor argentino Jorge Luis Borges, en su obra "El otro, el mismo", escribe un poema titulado "El Golem" donde se refiere al mito. Borges como palabras preliminares a la lectura del poema declaró que "el Golem es al rabino que lo creó, lo que el hombre es a Dios; y es también, lo que el poema es al poeta". A partir de la cita del Crátilo de Platón de que "el nombre es arquetipo de la cosa", abarca el tema de la Cábala y el mito en cuestión. No es cuestión a tratar aquí la interpretación que podamos darle al poema, baste con citar un fragmento:

No a la manera de otras que una vaga

sombra insinúan en la vaga historia,

aún está verde y viva la memoria

de Judá León, que era rabino en Praga.


Sediento de saber lo que Dios sabe,

Judá León se dió a permutaciones

de letras y a complejas variaciones

y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,


la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,

sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos

de las Letras, del Tiempo y del Espacio.


Paradójicamente en el poema la única rima que encontró Borges para la palabra Golem fue Scholem.


El cabalista que oficio de numen

a la vasta criatura apodó Golem

esas verdades las refiere Sholem
en un docto lugar de su volumen


y más adelante en el poema


Algo anormal y tosco hubo en el Golem,

ya que a su paso el gato del rabino

se escondía. (Ese gato no está en Scholem

pero, a través del tiempo, lo adivino.)


Por otro lado Borges asegura haber aprendido alemán leyendo, con la ayuda de un diccionario, Der Golem de Gustav Meyrink.
Material extraido de Wikimedia

1 comentario:

  1. UN GOLEM EN ONCE
    : Daniel Goldestein era el mimado de su poderoso abuelo Salomón Goldestein,dueño de la esquina de las telas, una gran tienda en el barrio Once de Buenos Aires. Danielito como le decían todos en la familia, estaba por cumplir trece años y por lo tanto tendría en unos meses su Bar vitzbá, esa hermosa ceremonia judía que indica el tránsito de la niñez a la juventud. En su casa, ni el Ingeniero David Goldestein ni su madre la psicóloga Judit Bresisky eran religiosos. David un libre pensador y Judit una agnóstica seguidora del psicoanálisis no le daban importancia a las prácticas religiosas, pero por tradición danielito tendría que prepararse en la Sinagoga para su gran día. El Abuelo Salomón conocía al rabino del barrio, Samuel Kilkestein, hijo del viejo rabino Yerua Filquestein ya fallecido. Yerua quien emigró de Polonia cuando las tropas nazis invadieron su Besarabia natal, había emigrado a la Argentina en la década del treinta. Los murmuradores del barrio contaban que en la sinagoga de los Filkestein se escondía un no nacido. Uno de los trece golem que el famoso rabino León de Praga construyó en el Siglo XVIII y que escondido en una caja de embalaje viajó junto a Yerua en un barco italiano de tercera clase. Poca gente había visto al Golem en el barrio de Once, pero aquellos que aseguraron verlo dijeron que medía como dos metros y medio y sus manos eran garras de león, mientras que sus ojos asemejaban a las de un perro. Esta criatura sordomuda solo se comunicaba toicando el sofar, un cuerno de carnero que el rabino utilizaba en celebraciones especiales. Un martes por la tarde Danielito estaba sentado en un banco de la sinagoga, el rabino Filkestein hijo, un hombre calvo y huesudo, de unos cincuenta años, con una cara alargada adornada por una espesa barba rubia, se había ausentado para consolar a la anciana señora Milstein, que había asegurado que esa noche moriría. Danielito esperaba al rabino y de tanto esperar comenzó a inquietarse, se levantó y se dirigió hacia una pequeña puerta escondida en un costado del tabernáculo. Los vitró con figuras de candelabros de siete brazos y estrellas de David, vigilaban sus pasos, un silencio reinaba alrededor. Danielito comenzó a bajar las escaleras y de pronto se encontró en un lugar lleno de cosas viejas, candelabros rotos, cajas de cartón y en un rincón uan pequeña caja de madera muy antigua. Daniel apenas balbusiaba algunas palabras en hebreo, no pudiendo leer por lo tanto, la borrosa inscripcion enchapada en la caja. Danielito encontró un boton escondido y el resorte permitió que la caja se abriera. Un viento muy fuerte surgió de la caja y una voz agrias comenzó a llamar a Daniel en un idioma que no entendía. Cuando el niño estaba a punto de aspirar ese humo azul que salía de la caja, dos grandes manos taparon su naríz, dejándolo prácticamente sin aire. Daniel se desmayó y cayó al suelo de inmediato. El hombrazo, un gigante aspiró el humo y lo suspiró fuertemente sobre la misma caja. Cerrándola inmediatamente. El dibukin, ese espíritu inpuro encerrado por el viejo rabino Yeus o por su padre o por su abuelo, todos santos hombres cabalistas, volvía a su prisión. El hombrote cerró fuertemente la caja tocando el sofar siete veces y luego la depositó en un armario al que cerró con doble llave. Luego el hombrote tomó del suelo a Danielito, subió la escalera y lo depositó suavemente en un banco de la Sinagoga. El Rabino lo despertó y su señora le preparó un humeante techocolate. Esa noche el hombrote llevó la caja a la costa y la tiró al rio. La tarde anterior al Bar vitzbá de Daniel, el Golem barrió la Sinagoga.
    PABLO ETCHEVEHERE

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