La Bruja Canibal


Cuenta la historia que en un pueblo cercano a la actual ciudad de Lancashire merodeaba una horrible bruja canibal que gustaba de raptar niños para devorarlos. La bruja, que habia recibido el nombre de "Bruja Canibal", había raptado muchos chicos y toda la gente del pueblo estaba muy asustada.
Luego de algún tiempo en el que los pequeños permanecieron encerrados en sus casas sin poder salir a jugar ni ayudar a sus mayores, una vieja mujer, que muchos años atrás había sido partera y ahora se había retirado para dejar ese trabajo en las manos de su hija, dijo tener la solución.
La gente reconocía que la anciana sabía sobre muchas cosas, además de cómo traer niños al mundo, por lo que siguieron sus consejos.
Así las madres de los niños cosieron a sus ropas ramitas de fresno que aún conservaran sus frutos rojos. De esta forma podían dedicarse a sus tareas diarias sabiendo que sus hijos estarían protegidos de las brujas.
Todo fue bien. La bruja no volvió a aparecer por aquel lugar y los niños jugaban y corrían como siempre. Sin embargo, la sombra de la bruja aún no se había marchado y las madres revisaban las ropas de sus hijos, atentas para cambiar las ramitas en cuento se hubiera secado o perdido sus frutos.
Ahora bien, sucedió que un día, el más pequeño de una familia de siete niños, se encontraba correteando con sus amigos cerca del aljibe del pueblo. Sean, tal era el nombre del chico, tenía casi ocho años y un rostro redondo en el cual sus dos ojos celestes brillaban como el cielo del mediodía.
Estaba cayendo la tarde y se disponían a regresar cuando llegó una anciana y acercándose especialmente a él le dijo:
-Por favor, ayúdame a sacar agua del pozo.
Como era muy pequeño se colgó del borde del aljibe, que estaba muy mojado y con barro, y al levantar el cubo de agua se manchó la ropa.
Sean miró la chaqueta sucia y volvió a mirar a la mujer.
-No te preocupes –dijo la anciana-. Acompáñame a llevar el agua y te daré un saco casi nuevo que era de mi hijo.
La familia de Sean era pobre y la idea de tener un saco nuevo para él era muy atractiva, ya que la mayoría de la ropa que tenía había pertenecido a todos sus hermanos mayores.
Al llegar a la casa de la anciana, esta lo hizo pasar y le dijo que dejara el balde junto al fogón. Luego encendió unas velas que estaban sobre la mesa de madera y acercó una hacia un viejo arcón muy antiguo que se encontraba en una esquina.
Sean esperaba ansioso, pues ya era demasiado tarde, quería tomar su saco nuevo y volver corriendo a su casa.
La anciana abrió el arcón y extrajo toda clase de ropa fina y vulgar, nueva y vieja, hasta que finalmente se volvió con un saco azul y le dijo al niño:
-Sácate la chaqueta, así te pruebas esta a ver cómo te queda…
En cuanto al pequeño Sean se la quitó, la bruja saltó sobre el hundiéndole sus largas uñas y arrancándole la nariz de un mordisco. El niño se ahogó con su propia sangre y murió casi instantáneamente. La bruja tomó con un palo la chaqueta que tenía cosida las ramitas de fresno y la arrojó a los leños encendidos del fogón. Luego salió a tomar aire y a esperar que se dispersara el humo de la casa.

fuente: libro "Cuentos de Brujas" de Maximo morales
fuente de la imagen: pintapalabras.blogspot.com

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